Soy la palabra que no espera
el ruido que hace hablar a tu silencio
el nudo de la cinta de tu pelo
la mirada que quiere subir a tu marea

El canto de esperanza en el asfalto
los dedos torpes que sueñan con tu espalda
las amarras de un barco encallado
el asesino sin culpa ni redada

Desde mi ventana

Desde mi ventana

domingo, 12 de octubre de 2014

Entendíamos tan poco de la vida





Entendíamos tan poco de la vida
no tan niños (pero tan jóvenes)
Ser feliz era trabajo de hormiga,
chapucear, pisar el barro.

Aunque se hacía bello...
Tu bandeja con el mate, 
las tostadas con tu risa,
desayunar tu recuerdo,
mirarte en el espejo del principio.

Era duro ser joven, tener tanto por delante,
tanto tiempo para no poder seguir esperando

Cómo cóngelarte en Casablanca,
eternizar el último tango en París,
pedirle a Ninette que no salga del cuarto.

El colectivo de la vida
nunca te avisaba dónde bajar.
Crecer era sin delicadeza, como un dolor de muelas:
era fácil parecer saberlo todo


Y aquí mirando, esperando reconocerme en el espejo.
Por ahora, solamente mirame. Y vestime de domingo.

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